« El amor es paciente, es servicial... todo lo espera » (1Co 13, 4-7) 

«¿Me amas?». Posiblemente esta sea la pregunta más importante que cualquier persona se formula en la vida. Una pregunta arriesgada, pero llena de promesas y de vida. Se trata de una pregunta que dirigimos a otra persona, que nace de la ilusión despertada en un encuentro y que, en cuanto promesa, configura el camino propio de una relación humana ante la tarea fascinante de construir una vida. No preguntamos por la emoción de un instante, sino por el empeño de un vínculo personal con quien consideramos la persona más importante de nuestra vida.  

Este Camino de Santiago que ahora emprendéis juntos es imagen de vuestro amor: pasar de la pregunta «¿me amas?» al asombro de exclamar «¡me amas!»; en esto consiste el paso de Dios en el encuentro de amor entre un hombre y una mujer. Por eso, un cristiano del s. IV -Agustín de Hipona- se atreve a decir: “Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor; si perdonas, perdonarás con amor. Si tienes el amor arraigado en ti, ninguna otra cosa sino amor serán tus frutos”.

Sois dos caminantes que podéis revivir ahora la jubilosa y dolorosa experiencia de amar y ser amado. Y asombraros en el amor mutuo: la aventura de vuestra vida.