Formación ~11~
¡Es hora de resucitar a la familia! El mundo la da por muerta; pero Dios ha puesto en ella todo el poder de su Espíritu Santo para unir y perdonar, para restaurar y curar, para amar... Estas enseñanzas han sido transmitidas en Encuentros de Familias a lo largo y ancho de nuestro país. Son sencillas e inspiradoras.
¡Porque es tiempo de Dios para la familia! El futuro de la Iglesia y de la humanidad depende de la Familia. ¡De mi familia! "¡A la obra, que Yo estoy con vosotros y en medio de vosotros se mantiene mi Espíritu! ¡No tengáis miedo!" (Ag 1, 5). Él hará en nosotros lo imposible por el poder de su Espíritu. ¡Sabemos de quién nos hemos fiado! ¡Ánimo y a la tarea!
¡Porque es tiempo de Dios para la familia! El futuro de la Iglesia y de la humanidad depende de la Familia. ¡De mi familia! "¡A la obra, que Yo estoy con vosotros y en medio de vosotros se mantiene mi Espíritu! ¡No tengáis miedo!" (Ag 1, 5). Él hará en nosotros lo imposible por el poder de su Espíritu. ¡Sabemos de quién nos hemos fiado! ¡Ánimo y a la tarea!
DON y TAREA del MATRIMONIO
1Pe 2, 10
Un don es un
regalo, algo recibido gratuitamente. A partir de
nuestra conversión tiene que haber un proceso de entrar en la gratuidad de
Dios.
3
dones fundantes de Dios para mí: la VIDA, la FE, la VOCACIÓN (la llamada al Amor).
El proceso espiritual es un proceso de integración que es contrario a la dispersión. Integrar la vida, la fe y la vocación. Todo esto se engarza, se consolida, se lleva a cabo con decisiones, pasos concretos. Concretar la llamada es descubrir los dones que he recibido, para que se conviertan en fecundos, den fruto.
El proceso espiritual es un proceso de integración que es contrario a la dispersión. Integrar la vida, la fe y la vocación. Todo esto se engarza, se consolida, se lleva a cabo con decisiones, pasos concretos. Concretar la llamada es descubrir los dones que he recibido, para que se conviertan en fecundos, den fruto.
Cuando descubro
los dones… descubro la tarea.
DON Y TAREA
A partir de aquí nacen los carismas: dones para servir a la Comunidad
Los carismas
tienen un proceso en tres partes.
1 Don natural o capacidad o
aptitud. La persona se da cuenta de que tiene este don…
2 Este
don, capacidad o aptitud se pone bajo la influencia del E.S. La persona se
pregunta ¿Qué quiere Dios de mí? ¿Qué puedo hacer con “esto” que tengo?
·
Me
gusta estudiar
·
Me
gusta leer vidas de santos
·
Tengo
buen oído y buena voz
·
Soy
competente en cocinar, coser, …
·
Tengo
tiempo libre y quiero hacer algo por los demás
·
Siento
una llamada a cuidar a los enfermos
·
Quisiera
entender mejor la Palabra de Dios
·
Tengo
cualidades para escuchar, para acoger…
·
Tengo
capacidad para organizar, o dirigir…
3 Reconozco este don para el
servicio de la Comunidad. Es entonces cuando empieza a
funcionar el carisma. Un carisma es un don para el servicio de la Comunidad. El Señor se vale de los dones
naturales, los perfecciona bajo la acción del E.S. y así nos convertimos en
constructores de la Comunidad.
Constructores sí. Consumidores no.
> Para construir hay que formar equipo,
trabajar con otros, poner mis dones a disposición.
> Los dones y carismas me llevan a
inspiraciones, ideas, impulsos que se convierten en decisiones, acciones,
determinaciones.
NUESTRA VOCACIÓN ES EL AMOR
Esta vocación tiene dos maneras de concretarse
- La
vida entregada a Dios a través del celibato (consagrados y sacerdotes)
- La entregada a Dios a través de la entrega a una persona (vida matrimonial)
TRES DONES QUE SE NOS ENTREGAN EN LA VIDA MATRIMONIAL…
1 1. DON y TAREA de la ESPONSALIDAD
El día de la boda hemos
iniciado un camino. Hicimos una PROMESA ante DIOS. Esta promesa no es sólo un
sentimiento: es un deseo profundo del corazón que se dirige a una PLENITUD.
Compartir la vida con el otro,
la otra, persona única, elegida -no impuesta-, donde ha entrado en juego la
libertad de la persona es algo que llena toda la vida, nos trae una vida en
plenitud.
Llamada a CONSTRUIR UNA VIDA
JUNTOS, UNA HISTORIA DE AMOR.
COMUNIÓN, presencia en el
propio interior de la otra persona que transforma y complace y que nos va
configurando en la entrega mutua. Yo soy Montse de Javier, Javier es Javier de
Montse. Esta entrega conyugal, tiene unas características propias que la
distinguen de otros tipos de entrega.
Esto no es algo funcional. “Mi matrimonio funciona”, como si fuera
una máquina, un mecanismo.
1. Es exclusiva.
2. Es de toda la persona.
3. Está sellada y marcada en la
carne. Pasa por la entrega del cuerpo.
4. Es para siempre.
5. Es fecunda.
La ESPONSALIDAD, LUZ PODEROSA en NUESTRO TIEMPO:
Luz poderosa para poner en lo
alto del monte… Y, sin embargo, luz frágil, atacada por la cultura, por nuestro
yo –naturaleza caída-.
Luz poderosa sometida a
múltiples tempestades:
- Internas
(pecados, vicios, justificaciones, tibiezas, malestar con el otro que justifica mi actitud de huida y evasión, rutinas, inercias, hábitos que nos envejecen).
- Externas
(pruebas, circunstancias adversas, crisis, enfermedades, paro, exceso de
trabajo, emigración, horarios que nos desequilibran…)
Todo esto va haciendo perder la
esperanza. Apagando la luz y en muchísimos casos en los que no hay separación,
si constatamos que los matrimonios sobreviven con una luz muy tenue.
“El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande”
La voz de la Iglesia nos alienta y nos grita que hay en nosotros una LUZ PODEROSA.
La luz poderosa del amor conyugal por la cual los esposos deben responder a las distintas situaciones que se presentan en su vida matrimonial y que, a veces, son grandes pruebas. Un amor que no depende de circunstancias exteriores sino que sabe expresar su fidelidad de modo creativo ante ellas.
La esponsalidad es nuestro don (lo sabemos porque supera las fuerzas humanas) para la iglesia y el mundo, por eso es algo tan apetecible para el demonio, pues sabe que es ahí, donde él gana la batalla, rompiendo o debilitando la comunión hombre y mujer.
La esponsalidad es la gran tarea de la pareja, no se puede vivir de rentas en el matrimonio. Tenemos que cuidarla, pues es cuidar aquello que se nos ha encomendado por encima de todo lo demás.
El camino de santidad que se abre ante nosotros con el sacramento del matrimonio, pasa por la purificación de los afectos o dicho de otro modo, ordenar todos los desórdenes afectivos.
A la luz de Cristo, vamos viendo que nos construimos ídolos continuamente, amantes que nos roban la esponsalidad: la casa, el trabajo, la familia de origen, los hijos, el dinero, tradiciones familiares, hábitos enraizados, manías… Todos ellos tienen como sustrato el hombre y la mujer viejos: el poder, la avaricia y la vanidad.
“El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande”
La voz de la Iglesia nos alienta y nos grita que hay en nosotros una LUZ PODEROSA.
La luz poderosa del amor conyugal por la cual los esposos deben responder a las distintas situaciones que se presentan en su vida matrimonial y que, a veces, son grandes pruebas. Un amor que no depende de circunstancias exteriores sino que sabe expresar su fidelidad de modo creativo ante ellas.
La esponsalidad es nuestro don (lo sabemos porque supera las fuerzas humanas) para la iglesia y el mundo, por eso es algo tan apetecible para el demonio, pues sabe que es ahí, donde él gana la batalla, rompiendo o debilitando la comunión hombre y mujer.
La esponsalidad es la gran tarea de la pareja, no se puede vivir de rentas en el matrimonio. Tenemos que cuidarla, pues es cuidar aquello que se nos ha encomendado por encima de todo lo demás.
El camino de santidad que se abre ante nosotros con el sacramento del matrimonio, pasa por la purificación de los afectos o dicho de otro modo, ordenar todos los desórdenes afectivos.
A la luz de Cristo, vamos viendo que nos construimos ídolos continuamente, amantes que nos roban la esponsalidad: la casa, el trabajo, la familia de origen, los hijos, el dinero, tradiciones familiares, hábitos enraizados, manías… Todos ellos tienen como sustrato el hombre y la mujer viejos: el poder, la avaricia y la vanidad.
2. DON y TAREA de la MATERNIDAD y PATERNIDAD
Este
es el don que va unido de una manera perfecta a la conyugalidad.
Estamos
en el tiempo de la fragmentación (tengo derecho a ser madre; y yo a ser padre), mientras el Evangelio
de la familia anuncia la integración.
Hoy
es un día para renovar el don de la paternidad y la maternidad que fácilmente
se va convirtiendo en carga y no en don y tarea.
Hay
una ley que nos constituye. Somos de Dios, a través de unos padres que nos han
dado la vida y todos tenemos un padre y una madre. ¡Benditos, gozosos, alegres,
aquellos que hemos podido ver el rostro de nuestros padres! ¡Benditos los hijos
que han podido ser abrazados por su padre y su madre!
Esta
ley es perfecta y sin embargo luchamos contra ella: Tenemos que pertenecer
a alguien para poder crecer. Tenemos que ser de
alguien para poder saber “quién somos” y poder ser libres.
El
bebé que abrazamos y que necesitaba todo de nosotros, crecerá porque le hemos
dado nuestra identidad, nos hemos entregado a él. Y nosotros creceremos siendo
padres y madres.
La
maternidad y paternidad es el don de la sobreabundancia de los esposos.Todo
esposo y esposa está llamado a ser padres y madres. Tiene
mucho que ver nuestra manera de ser padres y madres con nuestra relación con
Dios. Tiene
mucho que ver nuestra manera de evangelizar con la manera como somos padres y
madres.
3. DON y TAREA de la FAMILIA: COMUNIÓN DE PERSONAS
La familia es una
comunidad de personas. La familia es el
lugar de las relaciones y es donde se construye la persona, a través de las
relaciones.
Nuestra casa
necesita de la luz de Jesucristo que se pone sobre la mesa, para alumbrar a
toda la casa. Hay dentro de nosotros oscuridades que deben ser evangelizadas.
Oímos continuamente: “Hijo, tú ocúpate de lo tuyo”.
S. Juan Pablo II
nos gritaba: ¡Familia, sé lo que eres! No otra cosa; comunión de personas.
Frente al
individualismo que se nos presenta como garantía de felicidad y de respeto al
individuo, anunciamos que la
familia construye personas: llamados a trabajar por el
proyecto comunitario donde unos nos ocupamos de los otros, nos cuidamos, nos
corregimos, nos acompañamos. La familia posee fuerzas inagotables.
Javier y Montse, Comunidade Caná
- ¡EMPIEZA por TU familia!
- ¿Qué hace JESÚS cuando ENTRA en una FAMILIA?
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- Nuestros HIJOS e HIJAS
- La TRANSMISIÓN de la FE en FAMILIA
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