¡Empieza por tu FAMILIA!
“Los que en otro tiempo no erais pueblo, ahora sois pueblo de Dios, los que no habíais conseguido misericordia, ahora habéis alcanzado misericordia” (1Pe 2, 10).
Para que se realice la obra de Dios, para que muramos a nuestro hombre-mujer viejos y nazca el hombre-mujer nuevos, se tiene que realizar un transplante de corazón. Cristo me da su corazón y yo dejo de “amoldarme a los sentimientos y pensamientos humanos”. Pero este transplante necesita que yo tome diariamente la medicina.
¿Tomáis cada día la medicina?
La medicina que os fortalece en el camino de la fe y que nos recuerda que somos peregrinos en este mundo y que hay cosas que son muy efímeras y no merece la pena poner el corazón en ellas.
Para que se realice la obra de Dios, para que muramos a nuestro hombre-mujer viejos y nazca el hombre-mujer nuevos, se tiene que realizar un transplante de corazón. Cristo me da su corazón y yo dejo de “amoldarme a los sentimientos y pensamientos humanos”. Pero este transplante necesita que yo tome diariamente la medicina.
¿Tomáis cada día la medicina?
La medicina que os fortalece en el camino de la fe y que nos recuerda que somos peregrinos en este mundo y que hay cosas que son muy efímeras y no merece la pena poner el corazón en ellas.
“Vosotros, acercándoos a Él, piedra viva, rechazado por los hombres, pero escogida y preciosa ante Dios, vais construyendo un templo espiritual” (1Pe 2, 4).
Hoy, el Señor nos invita a escuchar su voz, a escuchar su llamada para salir de la mediocridad. Una vez más, tenemos que sentir esta voz que nos invita a no amoldarnos a este mundo. Somos seres espirituales y debemos vivir a la altura, con la dignidad de hijos de Dios.
Hoy, el Señor nos invita a escuchar su voz, a escuchar su llamada para salir de la mediocridad. Una vez más, tenemos que sentir esta voz que nos invita a no amoldarnos a este mundo. Somos seres espirituales y debemos vivir a la altura, con la dignidad de hijos de Dios.
“Tened todos el mismo pensar: sed compasivos, fraternales, misericordiosos y humildes. No devolváis mal por mal, ni ultraje por ultraje; al contrario, bendecid, pues habéis sido llamados a heredar la bendición” (1Pe 3, 8-10).
Empieza por ese pequeño territorio que Dios te ha encomendado: empieza por tu familia. Nos decía Madre Teresa: “No hay que venir a Calcuta para transformar el mundo. Empieza por tu familia”.
La familia debe ser el lugar por excelencia donde damos y recibimos “bendición”. Bendición significa “decir bien”, la bendición produce el bien, extiende el bien.
Empieza por ese pequeño territorio que Dios te ha encomendado: empieza por tu familia. Nos decía Madre Teresa: “No hay que venir a Calcuta para transformar el mundo. Empieza por tu familia”.
La familia debe ser el lugar por excelencia donde damos y recibimos “bendición”. Bendición significa “decir bien”, la bendición produce el bien, extiende el bien.
Los esposos se hacen el bien. Los padres a los hijos se producen bien. La palabra bien en término espiritual es mucho más profunda de lo que estamos acostumbrados a percibir en nuestra sociedad.
La sociedad habla de “bienestar”. Nos habla de calidad de vida sólo en términos materiales, como posibilidad de consumir, de tener... Dios nos envía el Bien en un sentido mucho más profundo.
La sociedad habla de “bienestar”. Nos habla de calidad de vida sólo en términos materiales, como posibilidad de consumir, de tener... Dios nos envía el Bien en un sentido mucho más profundo.
Hay en las familias un gran dolor; nos herimos, nos producimos sufrimiento cuando somos soberbios, cuando no aceptamos nuestras imperfecciones, cuando no somos capaces de reconocer nuestros errores, de perdonar y pedir perdón.
La familia es el lugar donde aprendemos a acoger y ser acogidos. Estamos llamados a hacer de la familia un lugar para habitar en paz con nosotros mismos y con nuestro esposo/a e hijos. Lugar donde se nos acepta como somos y no necesitamos llevar máscara. Lugar donde se dice la verdad pero con amor y por el bien del otro. Así podremos crecer juntos.
La familia es el lugar donde aprendemos a acoger y ser acogidos. Estamos llamados a hacer de la familia un lugar para habitar en paz con nosotros mismos y con nuestro esposo/a e hijos. Lugar donde se nos acepta como somos y no necesitamos llevar máscara. Lugar donde se dice la verdad pero con amor y por el bien del otro. Así podremos crecer juntos.
El buscador murmuró: “Háblame, oh Dios”;
y entonces cantó un pájaro, pero el buscador no lo oyó.
De modo que el buscador gritó: “Háblame, Dios”;
y un trueno atronó el cielo, pero el buscador no lo escuchó.
El buscador miró a su alrededor y dijo: “Oh Dios, déjame verte”;
y una estrella brilló resplandeciente, pero el buscador no se dio cuenta.
Y el buscador gritó: “Dios, muéstrame un milagro”;
y nació una vida, pero el buscador no se enteró.
Así que el buscador lanzó un alarido desesperado:
“Tócame, Dios y hazme saber que estás aquí”;
y entonces Dios descendió y tocó al buscador,
pero el buscador espantó a la mariposa y echó a andar.
y entonces cantó un pájaro, pero el buscador no lo oyó.
De modo que el buscador gritó: “Háblame, Dios”;
y un trueno atronó el cielo, pero el buscador no lo escuchó.
El buscador miró a su alrededor y dijo: “Oh Dios, déjame verte”;
y una estrella brilló resplandeciente, pero el buscador no se dio cuenta.
Y el buscador gritó: “Dios, muéstrame un milagro”;
y nació una vida, pero el buscador no se enteró.
Así que el buscador lanzó un alarido desesperado:
“Tócame, Dios y hazme saber que estás aquí”;
y entonces Dios descendió y tocó al buscador,
pero el buscador espantó a la mariposa y echó a andar.
¡No te pierdas una bendición porque
no se presente como tú esperas que lo haga!
no se presente como tú esperas que lo haga!
Montse González y Javier Rodríguez
Comunidade Caná
Comunidade Caná
Fotos: Miguel Castaño
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