¡Viento! ¡Fuego!...
“Vosotros,
Renovación Carismática, habéis recibido un gran don del Señor. Habéis nacido de
una voluntad del Espíritu Santo como una corriente de gracia en la Iglesia y
para la Iglesia.”
(Papa Francisco en el Olímpico de Roma. 1-6-14)
Nos enamoramos en la primavera del 75. Fue en
una pascua juvenil, en un suburbio de A Coruña. Al poco, fuimos a Taizè y, a
la vuelta, llegó a nosotros la Renovación Carismática, que daba sus primeros
pasos en España.
Nos encontramos con Jesús el Señor: un Dios
vivo, cotidiano, invencible, lleno de Amor… ¡El Amor de nuestra vida en común! Y,
desde la fragilidad y el atrevimiento, comenzamos esta maravillosa aventura de
vivir en el Poder de su Espíritu: elegidos, bendecidos y enviados por Él. Una
llamada radical -de toda la vida y para toda la vida- a ser discípulos. Y
misioneros. En comunidad.
Nuestro
primer contacto fue a través de los cantos de dos monjas en la catequesis de
niños. Después formamos parte del primer
Grupo de Oración que empezó a reunirse en A Coruña. Experimentamos la
autenticidad de la oración y la presencia del Resucitado en medio de personas
tan distintas. En el Grupo había curas, monjas, consagradas, viudas,
matrimonios, jóvenes…Verdaderamente, Dios actuaba y cada semana acontecía un
milagro de oración, de fraternidad y de misión.
Permanecimos 7 años en “nuestro” Grupo Shalom;
después hemos ido llevando la espiritualidad de la Renovación por los distintos
destinos que hemos tenido como maestros, desde la Costa da Morte hasta la Ría
de Vigo. Hoy pertenecemos al Grupo “Familia de Nazaret” de Moaña (Pontevedra).
Dios nos ha regalado un don que no está de moda: permanecer en la llamada
-irrevocable- que Él nos hizo.
Ésta
es nuestra 1ª invitación: ¡Perseverad! Como los primeros cristianos, de
los que se dice: “Perseveraban…” (Hech
1, 14). No siempre sentiréis al Señor, no siempre tendréis experiencias
estupendas… pero Él, que os ha llamado, es fiel y permanece a vuestro lado.
El Grupo significó nuestra confirmación en la
fe. Aprendimos a orar, empezamos a conocer la Palabra de Dios y a sentir deseos
de formarnos. Enseguida nos eligieron servidores y, muy pronto, miembros de la
Coordinadora Regional; muchas responsabilidades… que nos venían muy grandes.
Por ejemplo, la palabra “discernir”. Nos preguntábamos: ¿Quién nos ayudará a
discernir la voluntad de Dios? ¿Cómo vamos a saber nosotros lo que el Señor
quiere para el grupo? Desde el principio había en nosotros una llamada a la
Comunidad. El Grupo de Oración fue nuestra primera comunidad. Después formamos
parte del Grupo de Profundización -núcleo más comprometido dentro del grupo
grande-. Y, más tarde, de una Comunidad Carismática que empezó a caminar en
Galicia por el año 85.
Paso a paso -siempre más adelante-, aprendemos que este “caminar en el Espíritu” es siempre caminar con hermanos y ello trae consigo cruz y gloria. Y vivimos la manifestación de dones y carismas: la intercesión, la alabanza, la música, el testimonio, la predicación, la profecía… todo por Él y para Él.
Paso a paso -siempre más adelante-, aprendemos que este “caminar en el Espíritu” es siempre caminar con hermanos y ello trae consigo cruz y gloria. Y vivimos la manifestación de dones y carismas: la intercesión, la alabanza, la música, el testimonio, la predicación, la profecía… todo por Él y para Él.
Cuarenta
y dos años después, “os anunciamos que
la promesa hecha a los padres Dios la ha cumplido a los hijos resucitando a Jesús”
(Hech 13, 32-33). Por su gracia, vivimos la victoria de la Cruz: el gozo de una
vida lograda, entregada día a día por su misericordia y su fidelidad: su vida
abundante que “cubre una multitud de
pecados” (1Pe 4, 8).
He aquí nuestra 2ª invitación: No
te quedes solo o sola. Si has conocido un Grupo de Oración, si has vivido un
Retiro, si han orado por ti, si has tenido un primer encuentro con Dios… no te
dejes llevar por la tentación del aislamiento, del individualismo o de la
comodidad. Dios se manifiesta en la Comunidad. Busca la compañía de otros
jóvenes, ve a lugares de oración, escucha el testimonio de los amigos de Dios.
Los hermanos despiertan los sueños de la fe y nos ayudan a crecer.
Medio siglo cumple esta corriente de gracia
suscitada por el Espíritu Santo tras el Vaticano II en las diferentes
confesiones cristianas, cristalizada en múltiples expresiones -como multiforme
es el Espíritu-: grupos de oración, comunidades de alianza y de vida, escuelas
de evangelización, asociaciones caritativas y de diversa índole... No hablamos
de un movimiento, sino, más bien, de “la Iglesia en movimiento”. Por tanto, no
se trata de si yo simpatizo, participo o “soy de la Reno”. La verdadera cuestión
es: ¿Se mueve mi vida por AMOR (nombre propio de la tercera persona de la
Trinidad)? ¿Sigo escuchando en mi corazón la voz del Espíritu que me llama a la
conversión? No basta solo con cantar; ¡es necesario morir!
El Papa Francisco nos ha pedido que no perdamos la libertad del Espíritu, que no nos apoyemos demasiado en la organización, que no seamos controladores de la Gracia… Y que compartamos con toda la Iglesia el don que hemos recibido: “Espero de vosotros una evangelización con la Palabra de Dios que anuncia que Jesús está vivo y ama a todos los hombres”.
El Papa Francisco nos ha pedido que no perdamos la libertad del Espíritu, que no nos apoyemos demasiado en la organización, que no seamos controladores de la Gracia… Y que compartamos con toda la Iglesia el don que hemos recibido: “Espero de vosotros una evangelización con la Palabra de Dios que anuncia que Jesús está vivo y ama a todos los hombres”.
La Efusión del Espíritu genera un
proceso de discipulado que se plasma en una vida con propósito; en sucesivas
elecciones sobre el estado de vida, el trabajo, la economía, las relaciones… una
vida entera entregada a cumplir los sueños de Dios para mí. Vivir, desde la
debilidad, en el señorío de Cristo. O santos, o… ¡nada! ¡Este es el quid! Aquí
se juega el futuro de la Renovación: “Una
vida cristiana enteramente consagrada a Dios, sin fundador, sin regla, sin
congregación. No preocuparse por el mañana, no pretender levantar organismos
reconocidos que se perpetúen con sucesores… Jesús es un Fundador que no muere
nunca; por eso no necesita sucesores. Hay que dejarle hacer siempre cosas
nuevas, también mañana. ¡El Espíritu Santo estará en la Iglesia mañana también!” (Raniero Cantalamessa - "La sobria embriaguez del Espíritu").
Nuestra 3ª invitación: Estás
llamado a construir el futuro. Jesús dice: “Yo hago nuevas todas las cosas” (Ap 21, 5). Para ello te necesita a
ti. Es verdad que encontrarás dificultades y pruebas. Pero… “¡Ánimo! Yo he vencido al mundo” (Jn 16,
33).
S. Juan Pablo II empezó a hablar de
Nueva Evangelización y… estamos aún en los inicios. Igual que nosotros, tú estás
llamado a meterte en este “lío”. La Renovación es un medio fantástico para
decir al mundo, en nombre del Señor: “Mirad
que voy a hacer algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis?” (Is 43, 19).
A los
cincuenta años, el reto sigue siendo: dejarnos guiar por el Espíritu, ser
dóciles a su acción. Y el precio: morir a nosotros mismos, no acomodar ni
domesticar al Espíritu. Porque el Espíritu Santo es viento recio, fuego abrasador;
nunca aire acondicionado (Hechos de los Apóstoles, cap. 29 y ss.).
1 comentarios
Acabamos de vivir un auténtico PENTECOSTÉS ECUMÉNICO. No ha sido en S. Pedro sino en el Circo Masimo, junto al Coliseo, con evangélicos y pentecostales, nuestros hermanos en el martirio.
ResponderEliminarFrancisco ha certificado que somos una corriente de gracia, con innumerables afluentes circulando por las diferentes confesiones cristianas. Y lo ha hecho en nuestro propio lenguaje, con la libertad y la unción del Espíritu. Los miembros de las asambleas, grupos de oración, ministerios, comunidades, asociaciones, escuelas de evangelización, etc., etc., etc. ya no tenemos excusa para encerrar y domesticar esta inmensa gracia que hemos recibido "de repente" (Hech 2). Enviados por Jesucristo -por medio del Papa-, salgamos a proclamar, desde nuestra diversidad reconciliada, que Jesús es el Señor.