E y M: no encapsular al Espíritu
“¡No erijáis vuestros propios planes
pastorales bajo la norma de lo que le está permitido actuar al Espíritu Santo!”
(Benedicto XVI)
¡Estamos en un tiempo nuevo: el tiempo de Aquel que hace nuevas todas las cosas! ¡Aleluya! La acción de Dios tiene lugar -cada vez más inopinadamente- “en el campo” (Num 11, 27). Hay últimos que son
primeros…
El Espíritu surge, a menudo, al margen
de los ámbitos que controlamos. Las nuevas realidades eclesiales dependen del
dinamismo del Espíritu Santo y se liberan de todo exclusivismo. "Nuestra
racionalización pastoral sistemática y planificada corre el riesgo de ahogar
los aguijones pastorales que suscita el Espíritu Santo" (Mons Dominique Rey).
Si nuestra predicación y nuestra acción
pastoral no provocan un despertar en el pueblo, no llevan a las personas a
tener un cambio de vida y a ser verdaderos discípulos de Jesús... hemos de analizar
con profundidad si en lo que trabajamos es, básicamente, en llenar los templos aunque la gente siga
vacía de Jesús.
Algunas
propuestas de acción, en el aquí y ahora, para no estorbar el florecimiento de pequeñas comunidades vivas al estilo de los Hechos de los Apóstoles:
- Ir donde va la gente; enfocarnos e invertir allí. Echarnos, como Iglesia, al Camino. No construir nuevos templos ni complejos parroquiales. Dejar a las autoridades civiles que restauren y conserven el patrimonio y los monumentos religiosos...
- Aderezar nuestras Iglesias Diocesanas con aceite y vino, pasarlas por el Fuego y vaciarlas en el Camino de Santiago.
- Adelgazar drásticamente los organigramas. Es tiempo de una buena poda para esa gran hojarasca de Delegaciones, Secretariados... y tantas estructuras y nombramientos (nombro y miento) que oscurecen la fuerza del Evangelio, llegando a suplantar el combate espiritual y la primacía de la gracia.
- Volver al Principio (en el Principio no fue así…), al punto 0 (Tú has venido a la orilla…) en los Seminarios y otras instituciones.
0 comentarios