Un puñetazo en la mesa
Con la pandemia, mucha gente se ha dado cuenta de que no tenemos en absoluto el control sobre nuestra vida o nuestro mundo, y sólo Dios es un referente firme; muchas personas han empezado a rezar y a hacerse preguntas serias sobre la vida y la muerte... Como si Él hubiese dado un puñetazo en la mesa y hubiese dicho: ¡no tenéis el control! Es una proclamación de Su soberanía.
Hasta ahora nos habíamos dedicado a mantener, empleando en ello los recursos del Señor. Justo al revés de su mandato: "Id y haced discípulos". Habíamos dedicado la mayor parte de nuestros recursos al templo y a lo que se realiza dentro del templo... Y ahora, con la pandemia, el Señor toma las riendas y nos sacude: "No podéis ir al templo; sed Iglesia sin templo". En Pentecostés fue preciso el Poder de lo Alto para hacernos salir de ser nosotros el centro de gravedad. Y ahora... ¡también! Aprovechemos el "tiempo covid". Vivámoslo como un kairós, el tiempo de Dios, un nuevo Pentecostés en el que el Poder de Dios para la misión está fuera de las cuatro paredes.
¡Hemos de volver al Principio! No se trata de salir porque las iglesias se han quedado vacías y hemos de buscar gente para llenarlas de nuevo... Se trata de vivir en camino, como la primitiva Iglesia, al pairo del Espíritu, en lucha y contemplación, lejos de las seguridades y el poder mundano. Fijos los ojos en Aquél que se hizo un tatuaje con mi nombre en Sus manos, y en Sus pies, y en Su costado. Aquel que, fuera de las murallas, murió en la Cruz por mí, entregando toda su vida por amor. A la intemperie.
Hasta ahora nos habíamos dedicado a mantener, empleando en ello los recursos del Señor. Justo al revés de su mandato: "Id y haced discípulos". Habíamos dedicado la mayor parte de nuestros recursos al templo y a lo que se realiza dentro del templo... Y ahora, con la pandemia, el Señor toma las riendas y nos sacude: "No podéis ir al templo; sed Iglesia sin templo". En Pentecostés fue preciso el Poder de lo Alto para hacernos salir de ser nosotros el centro de gravedad. Y ahora... ¡también! Aprovechemos el "tiempo covid". Vivámoslo como un kairós, el tiempo de Dios, un nuevo Pentecostés en el que el Poder de Dios para la misión está fuera de las cuatro paredes.
¡Hemos de volver al Principio! No se trata de salir porque las iglesias se han quedado vacías y hemos de buscar gente para llenarlas de nuevo... Se trata de vivir en camino, como la primitiva Iglesia, al pairo del Espíritu, en lucha y contemplación, lejos de las seguridades y el poder mundano. Fijos los ojos en Aquél que se hizo un tatuaje con mi nombre en Sus manos, y en Sus pies, y en Su costado. Aquel que, fuera de las murallas, murió en la Cruz por mí, entregando toda su vida por amor. A la intemperie.
Y es que, para tener vida abundante y eterna -la verdadera "Nueva Normalidad" que anhelamos-, hemos de vencer el miedo y salir de donde estábamos, para ir (ahora que tanto deseamos abrazar a alguien) a echarnos en brazos de Jesús. Y preguntarle para qué estamos vivos (ahora que sabemos que nuestra normalidad era mentira) y decirle que necesitamos que se haga en nosotros su Reino. Frente a virus y pandemias, ¡alabanza y alianza! "Ahoguemos el virus en el mar de la alabanza; opongamos a la pandemia, la doxología. Unámonos a toda la Iglesia que en el Gloria de la Misa proclama: 'Te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias por tu inmensa gloria'. ¡Ninguna súplica, solo alabanza en esta oración" (Raniero Cantalamessa).
¡Por Dios, no volvamos a la vieja normalidad! Con el COVID-19, la experiencia cristiana no puede continuar igual. Esto no es un mal sueño ni un castigo del Señor. ¡Él no quiere que todo vuelva a ser como antes! La auténtica Nueva Normalidad es la Vida en el Señorío de Cristo. Y le decimos a todo el que nos quiera escuchar... que la Historia la lleva el Señor Jesús.
0 comentarios