La Bondad: atrévete a asumir su riesgo
¡Que tu aliento de bondad me guíe! (Salmo 143, 10)
La vida familiar nos permite no caer en el aislamiento. Somos acogidos y queridos tal cual somos, y encontramos el consuelo indispensable para avanzar aunque tengamos caídas, fallos y golpes. Pero puede que no siempre sea así, o vivamos una ceguera sobre los otros, ceguera sobre lo bueno y admirable de mis padres, o de mis hijos, o de mis hermanos… En la familia convivimos muy cerca unos de otros y corremos el riesgo de dejar de ver la bondad que hay en cada uno de los miembros, ante las dificultades de la convivencia o los fallos que cometemos, porque es cierto que nos fallamos.
Lejos de ser ciega, la bondad supone una lucha interior. Es consciente de la parte de sombra que existe en los demás y en nosotros mismos.
Asumir el riesgo de la bondad
Descubrir la bondad de Dios nos lleva a despertar la bondad de nuestra vida. La Palabra de Dios está viva: escuchar la llamada del Evangelio a la bondad, dejar caer esta llamada en nuestros oídos, provoca un cambio en nuestros corazones, nos sentimos atraídos por esta llamada, nuestra voluntad encuentra gusto al responderle.
Por esto, en la oración familiar al final de la jornada tiene que estar presente la lectura de la Palabra de Dios. Si hay pequeños en casa, ellos pueden leerla y luego entre todos compartir lo que Dios nos ha hecho sentir. Si sois una familia que no hace oración familiar, es el momento de comenzar.
El riesgo que corremos atendiendo a la bondad de cada uno, es comprenderles y conocerles mucho mejor. ¡Merece la pena correr este riesgo! No creáis que el conocimiento verdadero, como se nos hace creer, lo tenemos cuando conocemos los fallos y la debilidad de las personas, sean estos padre, madre, hermano, cuñado, suegra, hijo… Por más radical que sea el mal, no es tan profundo como la bondad. Mirar al fondo de la bondad es lo que nos permite vivir en verdad.
¿Crees que necesitáis visibilizar la bondad de cada uno en vuestra familia?
La bondad sorprende, provoca admiración. Es un arma para la batalla de la vida familiar.
El reto que os lanzamos es que converséis en casa sobre este arma de la bondad. Y que os propongáis a través de algunas acciones despertar la bondad de cada uno. Aquí os desvelamos algunas acciones que despiertan la bondad en la familia:
- La hospitalidad
- La gratitud
- La admiración
- La compasión
- La confianza
Si ponéis en práctica alguna, escribidnos luego un comentario y así aprenderemos con vuestro testimonio.
Y recordad, nuestra propia bondad no mana de nosotros, contiene una carencia, remite a un absoluto, a una bondad mayor, su esencia es ser signo de la bondad de Dios. El hermano Roger de Taizé decía: «Dios nos concede caminar con un destello de bondad en el fondo del alma que no pide sino convertirse en llama».
¡Adelante y a la batalla!
1 comentarios
Como dice el mismo salmo de introducción a la reflexión sobre el arma de la bondad, no se trata de nuestra bondad sino de la Bondad de Dios en nosotros. Sí alguien te dice que eres bueno, le podemos decir cómo Jesús,¿Por qué me llamas bueno? solo Dios es bueno. Sí somos buenos en algo lo cual es otro tema, también hay mucho de don aquí.
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