Nada hay mayor que la Cruz
¿Qué es la cruz ayer, hoy y siempre? ¿Ocurrirá con nuestra generación como acontecía en tiempos de Jesucristo, que veían en la cruz el mayor de los escándalos y de los signos de burla y de maldición? No, la cruz no es escándalo, ni burla, ni suplicio ni tormento. La cruz es la luz. Es la gloria. La cruz es resurrección. Es Jesús de Nazaret. Nada salva como la cruz. Nada purifica como la cruz. Nada ilumina como la cruz. Nada sana y limpia como la cruz. Nada acoge y abraza como la cruz. Nada perdona como la cruz. Nada ama como la cruz.
Y es que, como cantara Teresa de Ávila en sus soliloquios de amor con su Cristo muy llagado, “abracemos bien la cruz/y sigamos a Jesús/ que es nuestro camino y luz”, pues “en la cruz está la vida y el consuelo y ella sola es el camino para el cielo”. Nada se ha inventado más grande que la cruz. La cruz es misericordia, esperanza, amparo, salud, agonía, inspiración, guijarro, agua, perdón, milagro, pasión, amor, paz, piedad y victoria.
Reza la liturgia: “Mirad el árbol de la cruz donde estuvo clavada la salvación del mundo. Venid a adorarlo.”. “Tu cruz adoramos, Señor, y tu santa resurrección glorificamos. Por el madero ha venido la alegría al mundo entero.” Se hizo realidad la profecía: “Mirarán al que atravesaron” y en el crucificado, como el centurión, descubramos al Hijo de Dios: “Verdaderamente este es el Hijo de Dios”.
Que “estás por mí en la cruz y no te quejas", exclamaba Miguel de Unamuno. Que esta hecha la cruz a medida de Dios y a medida del hombre. Que es la cruz el resumen de los mandamientos. Que es la cruz el árbol bendito de la vida. La cruz es aceptación, es inmolación, es entrega, es ofrenda, es opción, es paz. Es respuesta de amor. Es sabiduría: “Porque para entrar en estas riquezas de la sabiduría de Dios- escribe fray Juan de la Cruz-, la puerta es la cruz, que es angosta. Y desear pasar por ella es cosa de pocos”. "En la cruz -escribió asimismo Santo Tomás de Aquino- se nos dan “ejemplos de todas las virtudes: amor, paciencia, humildad, obediencia, desapego de las cosas materiales”. La cruz es la clave del Evangelio, la llave de la puerta santa del cielo.
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