¡No estéis ofuscados!
«Vigilaos a vosotros mismos, para que vuestros corazones no estén ofuscados» (Lc 21, 34a)
... que vuestros corazones no estén ofuscados
Es un toque de atención. No pongamos trabas a las bendiciones de Dios. No estorbemos a su gracia que se derrama en abundancia. Es cierto que los canales por los que se derrama su gracia en nuestras familias son muy diversos: a través de la paz, de la lucha, de la tribulación, de la prueba...
Y ante las diferentes circunstancias que estamos viviendo, Dios, al inicio de este Adviento, nos dice: «Vigilaos a vosotros mismos, para que vuestros corazones no estén ofuscados». Desatasquemos los corazones y presentemos nuestra vida ante Dios con sencillez: Él la colma de Su Amor.
No perdamos el tiempo, ¡es Adviento!
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