Ya no puedo parar de perdonar... ¿Necesito ayuda?
El perdón es una decisión, no un sentimiento, porque cuando perdonamos no sentimos más la ofensa, no sentimos más rencor. Perdona, que perdonando tendrás en paz tu alma y la tendrá el que te ofendió (Madre Teresa de Calcuta)
Desde este blog hemos empezado a compartir con todos los que nos leéis acerca del poder que tienen lo que hemos llamado "las armas para la batalla" en nuestra vida familiar.
La familia es el lugar donde nacemos, crecemos, y donde aprendemos a ser la persona que estamos destinados a ser. Aprendemos a amar, porque nos han amado. Aprendemos a creer en nosotros porque han creído en nosotros. Y aprendemos a perdonar porque nos hemos sentido perdonados y aceptados con nuestros errores y dificultades.
Algunas veces esto no es así, y cuando formamos nosotros una nueva familia arrastramos a nuestro nuevo proyecto aquello que ha formado parte de nuestra familia de origen. Pues bien, es muy importante que revisemos las mochilas, y hagamos limpieza de todo lo que no nos es útil para la vida con nuestro marido o mujer, con nuestros hijos.
Llamados a crear algo nuevo
Conocimos a Blanca en el Camino de Santiago, y compartimos camino con ella durante tres días. Nuestra primera sorpresa fue descubrir que tenía 56 años... Desde luego que no los aparentaba. Fue en el último día en el que compartimos camino, cuando entendimos por qué Blanca no parecía tener esa edad, porque la verdad es que tenía canas y algunas arrugas, le dolían las rodillas a primera hora del día y necesitaba dormir en una pensión que fuera más cómoda que los albergues. Y nos dimos cuenta… Blanca parecía una chica joven ¡¡por su amplísima sonrisa!! que dejaba ver un alma serena y feliz.
A las 12 de la mañana del viernes, recordamos la hora por las campanas de una Iglesia que sonaban en ese momento, nuestro tercer día de camino, Blanca nos contó lo de su madre. ¡Menuda historia tan terrible! No nos podíamos imaginar cómo vivir cuando la persona que te ha llevado en su vientre, te ha recibido en sus brazos… en lugar de darte amor y ternura, te ofrece indiferencia, y te rechaza como hija.
“Y cuando tenía 19 años, conocí a Jorge, mi marido, -nos contó Blanca- me miró con tanto amor, que me enamoró. Y… me enseñó su secreto, que es mi lema en la vida. Jorge, que tiene unos padres que le quieren, que le han ayudado y apoyado en todo momento, un día me contó como su abuelo Nicolás, que había vivido la guerra y conocido el horror de haber disparado en el frente, y seguro, matado a más de una persona, no paró hasta buscar el remedio que le aliviase su dolor, que no le abandonaba ni de día ni de noche. Y lo encontró: El perdón". No supimos toda la historia del abuelo Nicolás… Fue en ese momento, 12 del mediodía -las campanas estaban sonando-, cuando Blanca se paró y nos dijo: "Al principio, cuando me propuse perdonar, no lo conseguía hacer; me ha llevado tiempo, y ahora no puedo parar de perdonar, es un hábito, es algo natural, es mi propósito, sé que no tengo que esperar a desear perdonar lo que me hace daño en mi vida, simplemente tomo la decisión de hacerlo. Un día, mi hijo, me dijo, Mamá pide ayuda, lo tuyo no es normal, pero le vi salir de la habitación sonriendo de oreja a oreja, y pensé, le estoy dejando una buena herencia".
No hay futuro para ninguna familia sin perdón
A pesar del amor, de la buena voluntad, de la bondad… en el matrimonio, en la familia, nos vamos a hacer daño. Algún día surge una herida que nos sorprende, una prueba, un disgusto, una torpeza, una desilusión; algo que no esperábamos del otro y que nos duele profundamente, precisamente porque viene de las personas en quienes hemos puesto nuestra vida.
¡El amor tiene una capacidad infinita de recuperación!
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