¡Cristo ha resucitado!
“Al rayar el alba, antes de salir el sol, María Magdalena fue al sepulcro. Y vio la piedra quitada” (Jn 20, 1-2)
María se encuentra aquella mañana ante un acontecimiento inesperado; algo que lo cambia todo. Ella siente que se han llevado a su Señor y empieza una carrera frenética para avisar a los amigos de Jesús. “Se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto” (Jn 20, 13). Lo ha perdido dos veces; en vida y ahora muerto.
Para encontrar verdaderamente a Dios… quizás haga falta perderlo. Dejemos que nos arrebaten a ese Dios triste y aburrido. Abrámonos hoy a la sorpresa del Resucitado. María no lo reconoció por la vista, sino por el oído; por su voz. Lo escucha y lo reconoce como el Pastor que pronuncia su nombre.
Permitidme una audacia del Espíritu… Preguntémosle a María Magdalena:
- María, ¿qué te hizo sentir Jesús?
- Él tocó mi vida como un rayo de luz que llegase al fondo más oscuro del pozo, a aquel punto que me producía horror y asco, incluso de mí.
- Jesús te admitió en su séquito, junto a otras mujeres (Jn 8, 1-3).
- Él tomo posesión del lugar antes ocupado por demonios. Todos los que lo seguíamos fuimos sanados.
- ¿Por qué te eligió el Señor para dar la noticia?
- Aquella mañana, al acercarme al sepulcro, aunque diera la apariencia de que me interesaba por un muerto, atendía a la llamada de la luz de la vida sin darme cuenta de ello… El amor era más fuerte que la resignación.
- Tú, María, en esa mañana, ¿qué sentiste?
- Lo único que sé es que Él, el gran jardinero, me ha llamado por mi nombre. Al instante reconocí su voz. Me dio un vuelco el corazón y tuve la certeza de que estaba vivo.
- Formula un deseo…
- Mi deseo es que todos aquellos que creen en Jesús sean ministros de la misericordia que, con el poder del Resucitado, puedan resucitar a personas como era yo. Para ello es necesario que hombres y mujeres vean en nuestros ojos mirada de enamorados, que a través de nuestros ojos y nuestro corazón puedan sospechar Su Presencia en medio de nuestro mundo. Él vive para sacarnos del barro y convertirnos en perlas de inmenso valor.
“María Magdalena fue a decir a los discípulos que había visto al Señor y a anunciarles lo que Él le había dicho” (Jn 20, 18).
Y tú, ¿a quién se lo vas a contar...?
Montse de Javier - Comunidade Caná
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