¡Salta de ALEGRÍA!
¡Salta de Alegría! ¡Espántate de Gozo!
Hoy está todo el mundo pegando saltos por la casa (Lc 1, 44). ¡Menudo susto me llevé yo la noche de Pascua cuando vi el sepulcro vacío! Luego he ido viendo la luz y entendiendo. Dos vecinas de casa estaban llamando a la puerta locas de contentas entre el estupor y la exaltación. Pensaba que teníamos alguna fuga de agua o un paquete de Amazon enorme. Resulta que han visto a Jesús, pero no el de mi grupo de oración, sino Jesús Jesús, por el que nos reunimos cada viernes. Muchos amigos y familiares me están mandando wasaps de felicitación. Mi suegro todavía no se ha enterado de nada, dice que se va de viaje. Voy a escribirle.
Algunos están preparando un viaje a Galilea y todavía hay plazas en el coche. Yo estaba ya pensando que Javier me azuzaba para ir a Corea a evangelizar y ser evangelizados, pero ahora parece que el Moderador dice que lo primero es Galilea y en medio de la guerra, de nuestras guerras interiores sobre todo.
No sé vosotros, pero estos días que sigue el gozo, en el octavario de Pascua, pienso en Juan el Bautista saltando de gozo en el seno de Isabel. Me viene la imagen de algunas embarazadas que vi la noche de Pascua. A María Magdalena (le hicieron una entrevista muy interesante en Caná News) y la otra María cuentan que saltaron de espanto cuando vieron al ángel y saltaron de alegría ante la noticia. Ahora las pongo cara de Chosen, ja, ja. Es tan grande la alegría que se estremece todo, como en un salto de espanto. Hay una mezcla de pavor y gozo. Y Jesús tiene que salir al camino para decirles expresamente: “Alegraos , no tengáis miedo” (Mt 28,6-10).
Veo la foto de Anxo de Elena que me acaban de mandar por Slack. Entiendo cómo la Resurrección nos estremece de miedo y alegría. Lo que os cuento es real, no es sólo imaginación el primer párrafo. Manuel, un amigo de mi hijo, se levantó de su banco la Vigilia de Pascua. ¡Lo he visto! Alguien muy querido danzaba esa noche y una persona enferma cerraba su ojos con una sonrisa de paz.. Todos los acontecimientos que han sucedido estos días, no los he dispuesto yo; he visto cómo Jesús preparaba el banquete y lavaba mis pies, rezaba por mi familia a través de los hermanos, lejos físicamente, pero cerca en el Espíritu.
¿Quiero más signos de resurrección? ¡Tengo que subir a Galilea!
Es un escándalo la Alegría de la Resurrección en medio de nuestro pecado, de nuestra miseria, de un mundo en guerra. Es necesario dejarse salvar, dejarse impresionar y saltar de gozo, saltar con Juan, alegrarse con los Reyes, saltar con el paralítico, vibrar con el leproso y pegar un bote al sicomoro como Zaqueo; estar contento a pesar del sufrimiento, como el buen ladrón y mi hermano Jose.
Lo realmente novedoso de ser cristianos es que en nuestra familia todos estos sobresaltos se pueden actualizar, porque Jesús está vivo y resucitado con nosotros. Nuestro mundo, con todas sus dificultades y problemas, ya ha sido rescatado y la historia termina bien. La vida no termina en drama; termina en un sobresalto de gozo. ¡Es Pascua, salto de la esclavitud a la libertad!
Hay un personaje que me preocupa; es el único que no ha saltado de contento y de alegría cuando se ha encontrado con Jesús. Se trata del joven rico: “Se puso triste, porque era muy rico” (Lc 18, 23). ¡Atención! El peligro de las riquezas. ¿Qué cosas tenemos que nos pueden alejar del gozo genuino de la Resurrección? Adicciones, apegos, intereses, gustos. El Papa Francisco, en la Evangelii Gaudium Cap I.2, habla de esto: "El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro”. Simplemente una pista: ofrezcamos todo a Dios, en Dios y con Dios (1Cor 10, 31).
Una reflexión final sobre la alegría de la Resurrección... Lo contrario de la alegría no es la tristeza; es la acedía. ¡Ponte en marcha, comunica tu experiencia pascual! Busca una comunidad, un lugar concreto donde compartir, lo que no se da se pierde. “¡Dad gratis lo que gratis habéis recibido!” (Mt 10, 8).
Es muy importante ser personas de temperamento alegre, que a mí es lo primero que se me viene a la cabeza cuando escucho a Pablo:¡Estad siempre alegres! (Fil 4, 4). Marían Rojas tiene conferencias muy interesantes sobre ello. Pero todos sabemos que no se trata de un sentimiento, de una emoción; se trata de una experiencia vital de encuentro con el resucitado, sentirnos salvados en medio de nuestra circunstancia. Es consecuencia de vivir las virtudes de la fe, caridad y esperanza, superando los niveles del temperamento, la vida social y profesional, la salud, el bienestar... Este salto sólo lo puede hacer el Espíritu Santo en nuestro interior. Estamos ya rezando por esta venida en nuestras familias: ¡Vamos al cenáculo! Busca tu comunidad “Caná” en algún lugar. ¡Abre los ojos al Resucitado en tantos lugares de la Iglesia y de fuera de ella!.
Escucha la canción y da saltos suaves con tus manos, cuando dices se siente… aquí se siente, apuntando a tu casa y a tu corazón: La alegría de Dios.
Aquí va una propuesta de DINÁMICA. Haced los siguientes retos con un dado o sacando papeles.
- Uno : das un salto muy alto y hoy tendrás que comunicar a alguien una buena noticia.
- Dos: darás un salto y una palmada. Tendrás que comunicar una buena noticia y dar un abrazo.
- Tres: darás tres saltos; escribirás tres cosas que te dan mucha alegría para que las conozca tu familia, y preguntarás tres cosas que dan mucha alegría a los tuyos.
- Cuatro: dos saltos y dos palmadas; además, una obra de caridad corporal y otra espiritual.
- Cinco: como 2 + 3 son cinco, debes hacer estos dos retos.
- Seis: puedes hacer 2 + 4; es decir, darás tres saltos y tres palmadas... y lo que sigue luego.
Algunas pequeñas cosas de la vida que me dan alegría:
Rezar por los demás, ayudar a personas mayores o minusválidas, defender a los que están en minoría, hablar con el mendigo del supermercado, reconocer mis debilidades, aceptarme como Dios me quiere, disfrutar del chocolate, mostrarme como cristiano, leer la Biblia, dar gracias y alabar a Dios por lo bueno y lo malo, bailar, cantar, tocar la guitarra, mirar las estrellas, hacer un buen guiso para otros, dar un paseo a la ermita de la Virgen rezando el Rosario, subir a un monte, ir en bici a la playa, una buena conversación con un amigo, ver a mis hermanos de comunidad, hacer un regalo, complicidad con mi mujer Susana…
Fernando de Susana - Comunidade Caná
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